Algunos pensaron que fue un milagro obrado por la patrona y otros lo relacionaron con la casualidad. El caso es que el camarín de la Virgen de las Huertas parecía haberse salvado de los efectos de los terremotos, pero el paso del tiempo ha demostrado que no salió del todo indemne. «La Virgen hizo el milagro, pero ahora el abandono de los hombres está provocando que se vaya deteriorando a pasos agigantados», comenta el Padre Valenzuela, superior del convento de los Franciscanos.
Una enorme herida ha empezado a recorrer los frescos y en cuestión de minutos se van cayendo trozos que se están almacenando para su posterior restauración. «No pasan ni dos minutos desde que se cae un trozo y el siguiente. Así no podemos seguir. No podemos dejar que se pierdan las pinturas».
Los frescos datan del año 1742 y están considerados como el ciclo pictórico más amplio de la Región. Hace ahora once años se acometió la restauración de los mismos debido al mal estado en el que se encontraban como consecuencia de las goteras y humedades que soportaron durante años. Cinco meses y cerca de 40.000 euros se emplearon en su restauración. Entre las imágenes afectadas se encuentra una vista de la ciudad del siglo XVI en la que aparecen todas las iglesias y la muralla que recorría entonces el casco antiguo. Es la única que se conserva de este período.
El arquitecto Bartolomé García ya adelantó a ‘La Verdad’, hace algunas semanas, que los problemas de filtraciones de agua de lluvia en el camarín podían afectar directamente a las pinturas, ya que desde la torre se estaban desprendiendo elementos que al caer desde tanta altura estaban abriendo agujeros importantes en la techumbre.
Finalmente sus predicciones parecen haberse cumplido, porque en uno de los laterales del camarín ya ha habido pequeñas filtraciones, a pesar de que la lluvia caída en los últimos días no ha sido muy abundante. La situación puede empeorar si las precipitaciones caen con mayor intensidad.
Por el momento, los daños no han afectado a las pinturas del antecamarín de la patrona. Se trata de los cuatro óleos realizados por el pintor lorquino Manuel Muñoz Barberán en los que se representan imágenes relativas a la vida de la Virgen. «Por el contrario, sí hemos tenido daño en las pinturas de la Tota Pulchra, la escalera que da acceso al coro y a las dependencias conventuales. Pueden esperar porque los techos están bien, pero las del camarín corren un serio peligro si no se actúa ya», afirma el Padre Valenzuela.
Desde la cúpula caen cada día pequeños trozos de las pinturas que la decoran. Algunos se han perdido fruto de los trabajos de emergencias que se llevaron a cabo en las semanas posteriores a los terremotos, y otros están siendo guardados por los franciscanos con la esperanza «de que sirvan de guía para una más que deseable restauración».
Y mientras el patrimonio pictórico del Santuario se debate entre la permanencia o la desaparición, la estructura del edificio sigue cediendo. «El estado de las pilastras se ha agravado aún más. Siguen cediendo y no se están acometiendo los trabajos para su contención. Hace tres semanas que tenían que haber traído la maquinaria para cuantificar cómo está cediendo la superficie sobre la que se asienta el templo, pero aquí no ha venido nadie. Insistimos en que la situación es muy grave».
Hace unos días, y ante la información publicada por este diario sobre el mal estado en el que se encontraba el inmueble del siglo XVIII, la concejal de Cultura, Sandra Martínez, dijo que el Santuario «no presentaba riesgo de colapso estructural». Un día antes, su compañera en el equipo de Gobierno, la edil de Gestión de la Recuperación, Saturnina Martínez, afirmaba que el estado de la iglesia era «crítico».
El presupuesto necesario para la recuperación del edificio oscila entre dos y tres millones de euros.
Fuente: La Verdad