Todo en el interior de la iglesia del santuario patronal es destrucción. Todo, menos las pinturas del camarín de la Virgen, que no sufrieron daños con los terremotos pero que pueden convertirse en afectadas colaterales. «Pronto tendremos lluvias. De la torre caen cada día cuatro o cinco ladrillos. Al caer desde tanta altura están abriendo boquetes en el tejado de la zona del camarín. Cuando empiece a entrar agua, las pinturas empezarán a deteriorarse», comenta el arquitecto Bartolomé García.
La cúpula sí se vio afectada directamente por los seísmos. Estableciendo una similitud, se puede decir que rotó al igual que ocurrió en la cúpula de la iglesia de Santo Domingo. Los técnicos no terminan de concretar qué solución darle si finalmente llega financiación.
Un combate a muerte es lo que está manteniendo el edificio del Santuario. De cualquier manera parece querer resistir el paso del tiempo y los temblores que en la tierra se siguen produciendo a modo de réplica. Una labor épica, que difícilmente podrá seguir cumpliendo. Al menos es lo que reflejan los testigos colocados en la parte exterior. Todos se han caído, y eso significa que el inmueble sigue, inevitablemente, desplazándose.
Fuente: La Verdad