No es una frase hecha. Ni siquiera una hipérbole periodística. Es el diagnóstico de los técnicos y arquitectos que han tenido que revisar con carácter de urgencia el estado del santuario patronal ante los últimos desprendimientos que se han producido en el interior del edificio. El templo se hunde, se viene abajo. Tanto es así que los expertos consideran que puede colapsarse como ocurrió con la iglesia de Santiago el mismo día de los terremotos, o como ocurrió días posteriores en el edificio Grial de La Viña, que se derrumbó en el instante mismo en el que iba a comenzar su demolición controlada.
¿Por qué puede ocurrir esto? Básicamente porque las pilastras del crucero están totalmente destrozadas y las obras de emergencia que se han llevado a cabo en los últimos meses no han sido suficientes. «La cúpula y los arcos descansan en las pilastras y las bóvedas, que en la arquitectura actual serían lo que conocemos como pilares. Ya se han encofrado los arcos, pero las pilastras siguen cayéndose y no sabemos por cuánto tiempo van a seguir aguantando. No me extrañaría que mañana volviéramos y el templo ya estuviera abajo», comenta el arquitecto Bartolomé García.
En el caso del santuario, García apunta que «como otras iglesias de la ciudad, ésta es de construcción pobre, de forma que las pilastras no son íntegramente de muro de piedra, sino que tienen una capa interior de ladrillo, y eso las hace más débiles. Las pilastras de esta iglesia han dejado de cumplir su cometido de sujetar las cargas verticales, y eso significa que estamos ante lo que se denomina estado límite de los materiales. ¿Qué significa esto?, pues que de no hacer una intervención urgente, que ya se tenía que haber hecho, nos quedamos sin iglesia».
«Es el templo más dañado de los que he visto en la ciudad después de Santiago. En comparación con las iglesias de San Mateo y San Cristóbal, la gravedad es de diez frente a uno. No se trata de crear alarma. Las pilastras están ahí para verlas. Si una de ellas se vence, todo el inmueble cederá hacia ese lado y la segunda pilastra del mismo lateral no podrá soportar. La situación es de extrema gravedad y preocupación», comenta el arquitecto Bartolomé García.
Obras de urgencia
Hasta el momento lo que se ha ejecutado es el encofrado de los arcos, el apuntalamiento y la eliminación de los elementos que podían desprenderse causando nuevos daños. «Tenemos que saber qué peso puede estar quitándole el encofrado de los arcos a las pilastras. Tenemos que realizar un análisis de esfuerzo de pilastras, arcos, bóvedas y contrafuertes», afirma el arquitecto.
«Otras dos actuaciones que tendrían que hacerse de manera inmediata con carácter de urgencia serían la consolidación de la torre, cornisas y petos; y la impermeabilización de cubiertas del camerín de la Virgen, la capilla de los Condes de San Julián y el coro».
¿Por qué no se hace? Porque falta lo imprescindible: dinero. Aunque Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) se comprometió en un principio a llevar a cabo la rehabilitación, su intervención por parte del Banco de España ha dejado en el aire esta fuente de financiación. Tampoco han llegado partidas económicas del Estado, la Comunidad Autónoma o la institución de la Iglesia.
Sin dinero no hay obra. Sin obra, el Santuario patronal, por desgracia, tiene los días contados.
Fuente: La Verdad