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Peligra el legado barroco

Foto: SONIA M. LARIO / AGM

Foto: SONIA M. LARIO / AGM

El legado barroco de la ciudad peligra. Los terremotos han dañado gravemente el conjunto de retablos de la iglesia de San Francisco, monumento nacional desde 1982. Los expertos coinciden en que se requiere una intervención de «carácter muy urgente» para poder recuperar este extenso patrimonio.

El presupuesto de intervención de los retablos, en el que se incluyen los estudios previos, ejecución del proyecto y la restauración, ascienden a 821.080,16 euros, una cifra muy lejos de poder ser asumida por la Hermandad de Labradores, Paso Azul, que custodia el monumento por tratarse de su sede religiosa.

El contenido de la iglesia de San Francisco constituye por sí solo un conjunto artístico de primer orden. Los retablos que adornan su cabecera son piezas devocionales y litúrgicas debidas a la gubia de sobresalientes tallistas como Caro, López o Caballero, y junto a otras obras de especial mención (pinturas, esculturas…), confieren al templo franciscano un lugar preponderante en el panorama artístico regional.

El monumento reúne la serie de retablos barrocos más importantes de cuantos se conservan en la ciudad, aunque otros van más lejos y consideran al conjunto histórico como el «más importante del panorama artístico nacional».

Los terremotos del pasado día 11 de mayo y las constantes réplicas han producido numerosos daños y de grave importancia en absolutamente todos los bienes del interior de San Francisco. Los retablos sufren pérdidas de soportes, policromías y desplazamientos de su ubicación natural, según se señala en un informe sobre los daños sufridos en el interior del monumento que firman el restaurador Joaquín Bastida Gil y el arquitecto Nicolás Carazo Díaz.
En el estudio se hace un llamamiento a una intervención urgente por la situación que presentan muchas de las piezas, sin estabilidad, con inclinaciones que pueden llevar a que se precipiten, anclajes partidos, grietas, fisuras y pérdidas. También varias imágenes del Retablo Mayor sufren graves daños al caer al suelo seccionándose como consecuencia de los seísmos.

El Retablo Mayor, de 1694, obra de Ginés López, muestra un estado que los expertos han calificado como «deficiente». Ha sufrido un desprendimiento del emplazamiento original en algunas zonas determinantes para la sujeción de los cuerpos. El desprendimiento de la cúpula ha derivado en la pérdida de soporte tanto a nivel de talla como de capa pictórica y dorados, sobre todo, en los capiteles de columnas en su parte izquierda superior.

Las principales alteraciones de soporte, según los expertos, han de calificarse de «graves», ya que se origina como consecuencia del brusco movimiento en forma de sacudida al que ha sido sometido por dos veces muy seguidas en el tiempo y que al seguir un movimiento contrario al de la situación y colocación de la disposición natural de las maderas ha derivado en consecuencia, en la aparición de graves fisuras que sí afectan seriamente a la integridad del soporte.

Dos tallas dañadas

Dos de las tallas que se encontraban en las hornacinas superior izquierda y que son de la misma época del retablo, han sufrido daños de consideración grave, ya que han caído al suelo desde gran altura a consecuencia del brusco movimiento de los terremotos, y se han seccionado partes importantes de las piezas, como cabeza, manos y estructuras de soporte.

Existe además, y de forma alarmante, un nutrido grupo de fisuras y grietas repartidas a lo largo de todo el conjunto. Algunas son de un grosos considerable entre 2 y 3,5 centímetros de grosor y de una longitud cercana a 70 centímetros en algunos sitios. Asismo existe una suciedad generalizada debido a la gran acumulación de yesos y polvo de los desprendimientos de la cúpula. Debido a los impactos de cascotes, existen pérdidas en la policromía general en distintas zonas del retablo. La parte inferior del bando o predela ha sido de las más dañadas, ya que sufrió el grave impacto de la caída de la parte de la cúpula.

Los retablos de la Santa Vera Cruz y Sangre de Cristo y de San Antonio presentan un estado de conservación, según el informe, que puede calificarse de «grave y muy problemático». Se observan separaciones de ensambles de diversas características en toda la arquitectura de ambas piezas. Además, son visibles las numerosas grietas y fisuras, además de desplomes y vencimientos.

Entre las alteraciones que presentan se ha observado la aparición de cuarteados y defectos de adhesión y pérdida de los estratos de policromía más superficiales, apareciendo el bol rojo a la vista.

Los retablos colaterales de la Virgen de los Dolores y de la Virgen de la Concepción (este conocido popularmente como de la Virgen de la Pera) también han sufrido importantes desperfectos. Abundante decoración de ambos retablos, hojarasca y cabezas de angelotes, han sufrido el grave impacto de la caída de cascotes de la techumbre, lo que ha llevado a que se desprendan de su lugar original y se encuentren muy deteriorados.

Retablo de la Dolorosa

Inicialmente el retablo de la Dolorosa estaba dedicado a la Virgen de las Angustias y por el año 1796 se entronizó en este altar, cedido por la Archicofradía de la Sangre, la imagen de la Virgen de los Dolores, de secular veneración en el campo de Lorca. Esta pieza ha sido una de las más dañadas por los terremotos, según se expresa en el informe de Bastida y Carazo.

Muestra importantes partes desplazadas de su ubicación actual por la situación física en la que está dentro del templo, una de las zonas más afectadas. Además de un importante desplazamiento en su estructura interna, ha perdido por completo el remate y numerosas pequeñas piezas talladas, doradas y policromadas que formaban parte del conjunto, sobre todo en el columnario y en la parte superior, ya que parte de los mayores desprendimeintos de la techumbre arquitectónica impactaron sobre el retablo.

Existen pérdidas importantes en la peana que alberga a la imagen titular del Paso Azul, y en el banco del retablo en donde las pérdidas de soporte y policromía son muy considerables. Asimismo, lo más preocupante, según Bastida y Carazo, es el importante desplazamiento sufrido en las jutnas de unión hacia el muro que sujeta el soporte de la obra. Éste ha sufrido desubicación que podría alcanzar los ocho o diez centímetros del estado original, lo que hace pensar que el revestimiento y sujeción en la parte anterior del retablo ha sufrido considerablemente.

Ambos técnicos muestran en el informe su preocupación porque de inmediato se inicien labores de recuperación para que el deterioro del conjunto patrimonial no continúe avanzando.

Fuente: La Verdad