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La falla de Alhama hizo ‘crack’ bajo el casco histórico

El profesor de la UPCT Tomás Rodríguez Estrella, inspeccionando el jueves el epicentro del terremoto, localizado en Carraclaca, en el borde sur de la Sierra de Tercia. :: MARTÍNEZ BUESO

El profesor de la UPCT Tomás Rodríguez Estrella, inspeccionando el jueves el epicentro del terremoto, localizado en Carraclaca, en el borde sur de la Sierra de Tercia. :: MARTÍNEZ BUESO

Parece mentira que bajo la fría denominación de ‘evento sísmico 1060340’ se esconda tanta destrucción y tanto dolor. Tanto caos y tanta muerte. Las cifras técnicas del terremoto que ha reventado Lorca por los cuatro costados, las hipótesis científicas, los datos puros y duros, fueron difundidos ayer por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), que avanza en un informe preliminar algunas de las claves que explican por qué un seísmo de ‘sólo’ 5.1 grados pudo hacer tanto daño. La causa principal: que la ruptura del terremoto se produjo bajo el casco histórico de la ciudad. Es decir, que el tren de ondas sísmicas desatadas por el seísmo alcanzó su mayor intensidad debajo de una delicada epidermis terráquea adornada en superficie con soberbias iglesias y palacios barrocos, viviendas precarias e incluso un castillo que domina un cerro rocoso.

La sacudida principal, cinco segundos interminables, se propagó como un latigazo a lo largo de dos kilómetros desde Carraclaca, en el borde sur de la Sierra de Tercia, hasta el centro mismo de la ciudad de Lorca, donde los edificios temblaron como flanes. Alguno se vino abajo por completo.

El estudio del IGME confirma la hipótesis que se baraja desde el primer momento: un evento sísmico sobre el Corredor Norte de la falla de Alhama muy cerca de la superficie (a sólo dos kilómetros de profundidad), y cuyas ondas fueron amplificadas por el particular sustrato sobre el que se asienta la ciudad -depósitos detríticos y depósitos de las ramblas del río Guadalentín-.

Una línea imaginaria trazada en dirección suroeste desde el epicentro del terremoto une la Torre del Espolón -que sufrió daños graves-, la plaza de España y el barrio de La Viña, que fue devastado. Esta es precisamente la dirección en que se propagó el terremoto según las observaciones y los datos arqueosismológicos recopilados por el equipo científico que se desplazó a Lorca para analizar el fenómeno sobre el terreno, integrado por especialistas del IGME, Universidad Complutense, Universidad Autónoma de Madrid y Universidad Rey Juan Carlos.

Pese a la gran cantidad de información que han procesado estos expertos, y de que todas las evidencias apuntan a la falla de Alhama como origen del temblor de tierra, el equipo científico aún mantiene algunas dudas. Y es que consideran que las réplicas se produjeron muy lejos del origen de los dos terremotos: la mayor parte de los 103 pequeños temblores registrados se situaron al sur de los epicentros de los dos principales eventos sísmicos, en el interior del Valle del Guadalentín. El estudio señala que puede deberse a que los terremotos reactivaron fallas menores situadas en el interior del valle, a cierta distancia de la falla de Alhama, lo que pone de manifiesto al mismo tiempo que aún no se han producido réplicas alrededor de la zona de ruptura. Una segunda explicación apunta a errores en la localización debido a la baja magnitud de las réplicas. Y una tercera, muy poco probable, aventura que la «falla responsable» no fuera la de Alhama, sino otra en dirección noroeste-sureste que se adentra en el valle. Estos datos quedarán aclarados definitivamente cuando el IGME disponga de un informe definitivo, dentro de unos meses.

Los científicos recuerdan que la falla de Alhama presenta una estructura muy compleja bajo la ciudad de Lorca, con dos ramas principales de buzamientos opuestos en superficie: el Corredor Norte y el Corredor Sur. Las elipses de error proyectadas por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) asocian los epicentros al Corredor Norte, formado por dos ramas paralelas muy próximas entre sí en superficie y que pasan por debajo del casco histórico de Lorca y por el flanco noroeste del cerro del Castillo.

Malla de acero en el Castillo

El informe preliminar del IGME sitúa el foco en la falda sur de la montaña sobre la que se levanta el Castillo, donde se realizó hace tres años una importante labor de afianzamiento con malla de acero de doble diámetro. Sin estos trabajos estaríamos contabilizando más daños y más víctimas mortales, según el informe, que aconseja revisar en detalle estas medidas de seguridad. Desde la zona del Espolón -extremo este del cerro- rodaron grandes bloques, que produjeron desperfectos en la carretera de subida a la alcazaba y destrozaron el patio de una vivienda.

El documento del IGME termina asegurando que los terremotos de Lorca supondrán «un fuerte impulso a la investigación y a la innovación en todas las áreas involucradas en la prevención y mitigación del riesgo sísmico en España. Las lecciones que aprendamos hoy servirán para reducir pérdidas y salvar vidas el día de mañana».

Fuente: La Verdad