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Una capilla que vuelve a resplandecer

La cúpula y el retablo del templo, ayer. :: P. Alonso/AGM

La cúpula y el retablo del templo, ayer. :: P. Alonso/AGM

La capilla del Rosario, sede religiosa del Paso Blanco, mostrará su mejor esplendor a las ocho de esta tarde, con motivo del acto oficial de bendición e inauguración de las obras de restauración que se han llevado a cabo, para reparar los daños producidos por los terremotos. Será monseñor Lorca Planes, obispo de la Diócesis de Cartagena, el que presidirá la ceremonia, a la que está previsto que asistan representaciones de los gobiernos nacional, regional y local, así como de las empresas que han colaborado en los trabajos.

El conjunto monumental de Santo Domingo, en el que se integran la capilla y el muBBla (Museo de Bordados), empezó a rehabilitarse tras los sísmos, primero con actuaciones de emergencia, para evitar que los daños fueran mayores, y después con las propias obras de restauración que, en el caso de la capilla se llevaron a cabo en dos etapas.

En la primera, se procedió a la estabilización definitiva de la nave central hasta el crucero, para que se pudiera utilizar en parte en la Semana Santa de 2012. La intervención se centró en los arcos del templo y se reforzó el coro, mientras en el exterior se hacían las uniones, anclajes, cosidos e inyecciones de cal entre los muros que se habían agrietado.

Al mismo tiempo, el equipo de restauración inició las actuaciones en el interior del templo, asegurando las capas pictóricas, las reparaciones estructurales básicas en el intradós de las bóvedas y el retacado de grietas. En esta primera etapa, entre otras actuaciones que sería prolijo detallar, están los trabajos para la restauración de la portada de sillería, fechada en 1740, obra del cantero Pedro Bravo Morata. Una vez concluida la estabilización de la nave, la segunda etapa se centró en la zona que había resultado más afectada por los terremotos, que era la cúpula y el cimborrio. Durante los primeros trabajos, y tras la eliminación parcial de revestimientos, se comprobó la existencia de grandes agrietamientos y oquedades, que habían dado lugar a importantes deformaciones en los arcos y pechinas que soportan.

 

Una cúpula ovalada

Ese fallo estaba en el lado derecho, una pilastra que se ha debido reparar en varias ocasiones e, incluso, se debió mover en un principio, durante el proceso de construcción de la capilla, obligando entonces a asumir una deformación en el replanteo de la cúpula, que debió realizarse, según los técnicos, adaptada a dicha deformación, por lo que no es totalmente circular sino con forma de óvalo.

Ese detalle seguro que lo ignoraban los blancos en general, porque a simple vista no se aprecia. Al mirar hacia lo alto, la atención se centra en las pinturas murales que es uno de los mayores valores ornamentales de la capilla del Rosario. Al igual que las pechinas están pintadas el fresco seco (a la cal), obra del artista lorquino Baltasar Martínez Fernández de Espinosa. Fueron realizadas en 1744 y, debido a la advocación de la capilla, en ellas se representó ‘El triunfo del Rosario’, con diferentes motivos y fundadores de la Orden Dominica.

Los trabajos de la cúpula se comenzaron por el interior, consolidando los fragmentos que se habían producido. Hubo que instalar un andamio especial para evitar el hundimiento de la cúpula. Algunas partes, las que tenían mayores desplazamientos, y al no estar en contacto con los muros del cimborrio, fueron cortadas, extraídas y recolocadas en su sitio, eliminando en esos puntos las enormes deformaciones que el sismo produjo.

Otras partes de la cúpula, en cambio, al estar en contacto con el cimborrio ya muy deformado, tuvieron que ser afianzadas en su posición. En la fase de restauración los desplazamientos sufridos por las pinturas, tras la rotura horizontal, se camuflaron mediante un trampantojo, que es una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con las perspectivas, el sombreado y otros efectos ópticos.

De esta forma hay que ser muy avispado para reconocer el desplazamiento de unos doce centímetros que no se ha podido eliminar en su totalidad. Para los turistas puede ser un elemento de atracción si el guía les da las oportunas explicaciones y les muestra los detalles jugando con la iluminación del templo. A oscuras se nota más ese detalle porque el sistema de iluminación instalado para la cúpula contribuye a disimularlo.

En relación con el resto de pinturas murales se ha realizado la limpieza y restauración de la batalla de Lepanto, bajo el coro, y la recuperación de los retablos fingidos aparecidos tras la caída de revestimientos en las capillas laterales. También se han restaurado las pinturas del camarín, las decoraciones de orlas y rocallas de los muros, así como las pechinas.

Las obras de restauración de la capilla del Rosario han estado dirigidas por el arquitecto Juan Carlos Cartagena Sevilla, y realizadas, como empresas principales, por Ferrovial e Hilario Campoy.

Fuente: La Verdad de Murcia