La ciudad contará en el plazo de veinte meses con un nuevo atractivo turístico, una vez que culmine el proceso de restauración y puesta en valor de un tramo de la muralla medieval, entre las calles Rambla y Los Pozos, que hace años quedó al descubierto tras el derribo de una serie de pequeñas edificaciones que la ocultaban. Este tramo a recuperar en su totalidad se encuentra a pocos metros del Centro de Visitantes de ‘Lorca, taller del tiempo’. Hace años, y dentro del proceso de urbanización del entorno del que fue convento de la Merced, el Ayuntamiento actuó en esta zona para rescatar, mediante expropiaciones, todo el conjunto amurallado entre la Velica y el Porche de San Antonio.
Aunque el tramo de muralla tiene solo 190 metros lineales y el espacio construido es de aproximadamente 240 metros cuadrados, la superficie ocupada por el área en que está prevista esta actuación, que se ha adjudicado a una Unión Temporal de Empresas con participación lorquina en 1.074.304 euros, es de 5.000 metros cuadrados.
Se habían presentado 19 empresas al proceso de contratación y la que ha sido seleccionada incluye entre las mejoras propuestas la pavimentación de una calle, la de Los Pozos, que discurre por la parte trasera del área amurallada y que une en Porche con la Velica. También se procederá a la eliminación de la caseta y centro de transformación que existe en la zona, con el soterramiento de la línea de media tensión y la construcción de un nuevo centro de transformación.
Los concejales de Desarrollo Local y Contratación, Eulalia Ibarra y Francisco García, respectivamente, anunciaron ayer las obras previstas que, según Ibarra, «se suman a toda una serie de intervenciones que se viene realizando en otros puntos de la muralla medieval. Los que se pretende en el tramo en que se actuará es restaurar y consolidar las estructuras de tapial y mampostería existentes, facilitando un doble recorrido peatonal por el camino del adarve».
También está prevista la creación de un pequeño centro de interpretación en el interior de un de la torres, a modo de una caja semiexenta. La muralla contará con una cubierta transitable y vinculada a nuevos espacios abiertos tratados urbanística mente.
García, por su parte, explicó que «el trabajo consistirá en la consolidación y puesta en valor de los elementos estructurales que actualmente se conocen en este tramo de muralla, que abarca cinco torres y cinco cortinas o lienzos». El espacio exterior que bordea la muralla recibirá u tratamiento superficial, evitando la creación de grade volúmenes o la plantación de arbolado que eviten la contemplación total de la misma, con materiales que den una imagen de tapizado o alfombra de superficie en el suelo.
En el año 2005 se iniciaron los trabajos arqueológicos en la zona eliminando los añadidos puesto que los restos de fortificaciones más antiguas se sitúan entre los siglos XII y XII, y posteriores reformas en los siglos XVIII y XIX. Esas excavaciones posibilitaron sacar a la luz una serie de estructuras, lienzos de muralla y posible torres, junto con antiguas canalizaciones.
Conviene recordar que lo que ahora se configura con una gran plaza, también lo era en época medieval. Allí llegaba el Camino Real de Murcia. Era una plaza comercial por excelencia, plaza de mercado con abundantes tiendas y mesones, parador con herrería, que ofertaba todo aquello que precisaba el viajero que iba de paso y que pernoctaba allí sin tener que adentrarse en el interior de la ciudad.
Allí se situaba en el XVII la puerta de la Aduana puesto que los viajeros cruzaban por allí el río, bien por algún puente de madera o por el vado cuando el Guadalentín apenas llevaba agua. Muy próxima a esta puerta estaba el abrevadero y los caños de la primitiva Fuente del Oro, pegados a la muralla. De ahí las antiguas canalizaciones encontradas que recogían aguas subterráneas del río.
Esta zona de la ciudad perdió paulatinamente importancia como acceso a la ciudad en el siglo XIX a raíz de la construcción, en 1879, del puente de piedra y los muros de defensa del mismo.
Fuente: La Verdad