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Las Clarisas serán nombradas custodias de la Piedad tras darle cobijo en su convento

Miembros de Protección Civil, durante el rescate de la Piedad pocos días después del terremoto. :: P. A. / AGM

Miembros de Protección Civil, durante el rescate de la Piedad pocos días después del terremoto. :: P. A. / AGM

Diecisiete días después de los terremotos, el grupo escultórico de María Santísima de la Piedad aún permanecía en el interior de la ruinosa iglesia del Carmen. Era la única imagen titular de una cofradía, el Paso Morado, que permanecía en su capilla rodeada de escombros y cascotes. Rescatarla se aventuraba tarea difícil, ya que su altar estaba a una considerable altura y su peso hacía difícil que pudiera ser bajada de él sin ayuda de maquinaria pesada.

El grave estado de deterioro en que se encontraba el templo no hacía aconsejable que se adentrase hasta su interior ningún vehículo, por lo que se convirtió en una de las últimas imágenes procesionistas en ser rescatadas tras los terremotos de mayo de 2011. Y ocurrió a primera hora de la tarde de aquel 27 de mayo. Trece miembros de Protección Civil acudieron a la petición de ayuda del párroco del templo, Luis Gomariz, y comenzó el largo rescate de la imagen de Antonio García Mengual.

No estuvo exento de complicaciones. Los escalones se salvaron con una rampa para que pudiera acceder hasta el interior del templo una carretilla elevadora, que también tuvo que ir franqueando la decena de puntales que intentaban mantener la iglesia en pie. Hasta una decena de miembros de Protección Civil tuvieron que encaramarse hasta lo más alto del retablo de la Virgen de la Piedad para ayudar en las tareas. Finalmente, cuando la imagen llegó al suelo, algunos no pudieron reprimir las lágrimas porque la complejidad de los trabajos llegó en algunos momentos a plantear dudas sobre si finalmente su rescate sería posible.

La talla fue envuelta en mantas para evitar que durante su trayecto pudiera sufrir algún daño. Pero aún faltaban más complicaciones antes de que descansara en un lugar seguro. La furgoneta que se había previsto para su traslado era insuficiente, ya que no disponía de espacio para trasladar el conjunto, que cuenta con un gran monte. Se buscó un camión y, tras situarla en él cómodamente, parecía que todas las dificultades estaban salvadas.

Sin embargo, se planteó un problema más, ya que no había un lugar lo suficientemente grande y seguro que pudiera albergar a la Piedad. Tras varias llamadas e intentos fallidos, Las Clarisas ofrecieron un pequeño espacio que había quedado en pie tras derrumbarse todo su convento. Al caer la noche, la Virgen de la Piedad llegaba al Monasterio de Santa Ana y la Magdalena. A sus puertas esperaban las monjas que limpiaron la talla, le pusieron flores y le dedicaron sus primeros rezos tras los terremotos.

Desde entonces, el grupo escultórico de María Santísima de la Piedad está con Las Clarisas, aunque en unas semanas abandonará el monasterio. La acogida que dispensaron las monjas será reconocida por el Paso Morado con el nombramiento de ‘Custodias de la Piedad’, según afirmó en declaraciones a ‘La Verdad’ el presidente de la cofradía, Fulgencio Martínez Pelegrín, quien señaló que el asunto será llevado a la próxima junta directiva de la cofradía.

No se descarta que los miembros de Protección Civil que participaron en el rescate de la talla también reciban el agradecimiento de la cofradía. La Piedad saldrá en procesión esta Semana Santa. Lo hará desde una carpa instalada frente a la iglesia del Carmen. Al término de la procesión será llevada a la Casa Museo del Paso Morado, donde será custodiada hasta que concluyan los trabajos de restauración de su templo.

La imagen ha permanecido en el Monasterio de Santa Ana y la Magdalena casi dos años. Durante ese tiempo, decenas de fieles han acudido hasta el convento para rezar y dejar flores ante la Piedad. Las Clarisas colaboran cada año con el Paso Morado aportando a la Mesa de los Apóstoles los panes. Son elaborados en su horno de leña en la madrugada del Jueves Santo.

Fuente: La Verdad