Uno de los extremos del Castillo, posiblemente el más accesible, cuenta con la torre del Espolón o Esperón, denominación con la que se la conoce ya en la documentación medieval. Este símbolo defensivo de un época pasada ha sido uno de los edificios históricos más dañados por los recientes seísmos, hasta el punto de que sus aspecto exterior es casi similar al que presentaba a finales del siglo XIX.
El nombre de la torre puede deberse, según apunta el arqueólogo Andrés Martínez Rodríguez en un documentado estudio sobre las torres de la fortaleza, al lugar en que se construyó, extremo del castillo fortificado desde el siglo XIII con un potente muro de mampostería.
Se trata de una torre militar y, tanto su única puerta de acceso como las puertas interiores, están preparadas para irse cerrando con trancas, y las escasas e imprescindibles ventanas son todas estrechas saeteras con limitada funcionalidad militar. La defensa se podía hacer desde las almenas o desde un cadalso de madera dispuesto en todo el perímetro del terrado. Se alza a 475 metro sobre el nivel del mar y a unos 250 de la torre Alfonsina.
La torre del Espolón no dispuso de patio de armas y el único cerco que tuvo fue la propia muralla del castillo que, en las inmediaciones, fue reforzada con torres, entre las que destaca una de forma semicircular construida en el siglo XV.
La torre es de planta cuadrada con un alzado de algo más de 21 metros. Su estructura interior consta de un aljibe subterráneo, dos plantas y terrado. Está construida con gruesos muros de 3,20 metros de grosor, a base de mampostería de caliza trabada con mortero de cal y los ángulos reforzados por sillares. Esos muros sólo están perforados por siete estrechas saeteras y la puerta de entrada abierta al levante.
Las bóvedas del interior, tanto en las saeteras como en el aljibe y en las habitaciones, (más…)